Lástima

Sacó un pasaje porque ésas son las cosas que hacemos cuando pensamos que las respuestas están en otro lado. Un pasaje lejos, al sur. Imaginó el límite celeste donde la montaña se confunde con el cielo. Eligió qué libros iba a leer en el camino y guardó en el bolso tres que prometían aventuras. Nada como el fin de la tristeza para impulsar el movimiento hacia un lugar desconocido. Se prometió no llorar hasta la vuelta.
En el micro, se sentó al lado de una mujer mayor. Vestía de negro y olía como un animal herido. Estaba inquieta en el asiento y, cada vez que cambiaba de posición, suspiraba profundo, porque así suspiran las mujeres sabias. Él se había imaginado otro tipo de compañera y agradeció que, al menos, no le diera charla.
El micro avanzaba por la pampa y el paisaje se repetía. Las vacas manchaban el horizonte verde claro. 
Después del segundo peaje, cayó la noche. La mujer roncaba y él rogó poder rendirse al sueño. Pero estaba atento al final del cuarto capítulo de uno de los libros que había llevado. 
Un ruido mecánico anunció que el micro se había descompuesto. Bajaron todos en medio de la noche a esperar que alguien lo reparara.
Él bajó, por supuesto, pero no vio a la mujer entre los que se quejaban por la demora. Cuando volvieron a subir, junto a él encontró su asiento, en apariencia, vacío. Sin embargo, cuando miró mejor vio que donde antes la mujer, ahora una rata negra agonizaba. Quiso gritar, pero ningún sonido salió de su boca. La película de aventuras doblada al español entretenía a los pasajeros. La mujer rata, con bigotes largos y dolor contundente le dijo "a donde vayas, sea cerca o lejos, todavía llevás tu lástima".

Sobre texto de Jimena Repetto
Fotografía de Nathalie PH




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