¿Lobo está?


Dice que el lobo está adentro. Somos nuestros miedos, insiste. Pienso, una vez más, que es una pelotuda. De esas que leen libros de autoayuda y se convencen de que descubren la quintaesencia de la felicidad. Seguro que si le pregunto, piensa que su detestino era ser artista. Lo va a decir así. Va a usar esa palabra "artista", como un borracho que se siente catador de vinos o una alumna de step se siente deportista. La escucho porque no me queda otra, porque es la novia de Laucha. Pobre Laucha. Podría haber conseguido algo mejor, con menos preguntas sobre el lobo y el hacer en el mundo y la comida vegetariana. Laucha vuelve con empanadas de choclo y espinaca y yo miro la hora. Me pregunto hasta dónde pienso llevar adelante la noche. Si no me vuelvo a casa y listo, paso. Pero no, me quedo. Y me siento un poco pelotudo yo también. Por burlarme de esa forma simple y cotidiana de escaparle a la soledad. Mientras brindamos me imagino en la pelotuda desnuda. Me doy cuenta que en algo tiene. Y que no lo dudaría. Debería decir que es tarde e irme. Pero no. Me quedo hasta la última empanada.


Sobre texto de Jimena Repetto
Foto de Nathalie PH

No hay comentarios:

Publicar un comentario